El marketing ha sido testigo de una transformación radical en las últimas décadas. Lo que antes se limitaba a medios tradicionales como la prensa, la radio y la televisión, ahora se ha diversificado y digitalizado, exigiendo a las empresas un dominio técnico de herramientas digitales avanzadas. Esta transición, impulsada por la revolución tecnológica y las plataformas digitales, no solo ha alterado las tácticas, sino también los fundamentos estratégicos del marketing (Barbosa, 2024a).
En el pasado, las estrategias de marketing estaban orientadas hacia una audiencia amplia y genérica. Las marcas buscaban captar la atención de grandes grupos mediante mensajes unificados que apelaran a las masas (Ayubov, 2024). Sin embargo, con el surgimiento de plataformas como Meta, las posibilidades de segmentación y personalización han redefinido cómo las empresas interactúan con sus consumidores. Según Tarabasz (2024), la digitalización ha permitido a las 10 empresas alcanzar niveles sin precedentes de precisión en sus estrategias, utilizando datos para personalizar experiencias y mensajes.